Lágrimas de cocodrilo

26. La lujuria

Una de las ménsulas que conforman el programa iconográfico del claustro de las procesiones del convento de Santo Domingo, en Jerez de la Frontera, una de las que presenta una mayor calidad, y desde luego, la que ofrece un mayor cuidado entre las realizadas en la primera fase de construcción, entre 1430 y 1436 es la última dela galería sur, junto a la actual puerta de entrada, (que no coincide con la puerta original, situada en el extremo de la galería oeste, en una puerta actualmente tapiada). En esta ménsula se muestra una mujer desnuda, con las piernas abiertas, mostrando ostensible e impúdicamente el sexo. Los brazos, también abiertos están siendo devorados por dos cocodrilos, que los aprisionan entre sus bocas, provistas de afilados y puntiagudos dientes.

Este modelo compositivo, que se repite hasta en tres ocasiones, es uno de los signos distintivos del primer maestro que trabaja en la ornamentación del claustro, y que debido a esta repetición hemos denominado «Maestro del pecador». El modelo iconográfico, muy repetido en la Edad Media, hace referencia al pecador, que se siente aprisionado, ya sea por animales o un entramado vegetal, que hace referencia a los diferentes pecados o vicios que someten la voluntad del ser humano.

La mujer desnuda está haciendo referencia a la Lujuria, de forma clara y patente, uno de los pecados más importantes para la Iglesia Católica a lo largo de todos los tiempo. Lo que individualiza a esta representación, y que hace que se pueda contextualizar de manera inequívoca, es la pareja de animales que la están atacando, en este caso, sendos cocodrilos, perfectamente individualizados y reconocibles. Estos animales tienen la característica, según los bestiarios medievales, de las falsas lágrimas que derrama cuando devora a un ser humano, arrepentido derrama abundantes lágrimas, aunque en el momento que tiene una nueva oportunidad, vuelve de nuevo a devorarlo. Esto le ha valido ser el símbolo del falso arrepentimiento, sobre todo aplicado al clero, corrupto y falso.

En el momento que se realiza este relieve, está teniendo lugar un fenómeno muy característico del siglo XV, como es el denominado Claustra o Claustralidad, que supone una dejación y abandono de las reglas de observancia de las órdenes religiosas, como son las mendicantes de dominicos y franciscanos. La riqueza, la avaricia, el poder vivir en el convento con las barraganas, se hace una constante en la vida diaria de los conventos, en uno de los cuales, el de Santo Domingo, tiene especial incidencia.

El relieve no hace únicamente referencia a la lujuria, importante vicio a los ojos de la Iglesia, sino a la lujuria practicada por los frailes, que durante el día presumen de una virtud intachable y una castidad fuera de toda duda, y por la noche se dan a todos los vicios y pecados relacionados con la lujuria. Se trata de una advertencia, de un aviso, para que todos aquellos frailes que se mueven por el claustro, sientan el peso de la culpa, del pecado, llamando a un arrepentimiento sincero e inmediato.

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