Corren tiempos recios (En defensa de la libertad de expresión)

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¡Corren tiempos recios! Con estas palabras se refería Teresa de Cepeda a la Inquisición, que la seguía de cerca, recelosa de la nueva espiritualidad que propugnaba la que habría de ser santa Teresa. La ascendencia judía de Santa Teresa la hacía sospechosa de herejía, a los ojos, siempre vigilantes, de una institución  que buscaba el pensamiento único, y a cuya sospecha no se escapaba ni tan siquiera el monarca.

Dejando aparte el dolos y el terror que dejó la Inquisición en la sociedad por los miles de hombres y mujeres que  fueron quemadas azotadas, deportadas, y expuestas a la vergüenza pública, otra consecuencia, si cabe, más terrible dejo la institución creada por los Reyes Católicos en la sociedad hispana, y fue la censura. Fueron miles los libros quemados, censurados, fueron miles los autores silenciados por la Inquisición, artistas, literatos, filósofos, etc. Pero lo más terrible, no fue lo que se quemó, lo que se eliminó. Lo más terrible es lo que no se pudo hacer.

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Lo más terrible, y lo que más consecuencias tuvo para el futuro de los pueblos hispano, fue la autocensura que los intelectuales, los artistas, se impusieron a sí mismos. Lo más dramático es lo que no se llegó a hacer por miedo al castigo, por miedo a la represión, por miedo a la hoguera. Es terrible cuando todo un pueblo, un país, se autocensura el pensamiento, se impide a sí mismo el pensamiento, sin dar opción a la creación de la obra. Fueron tiempos recios.

Esos tiempos recios parecen volver ahora en el estado español. Cantantes de rap que ingresan en prisión por las letras de sus canciones, libros que se secuestran, como en los peores momentos de la dictadura franquista, titiriteros detenidos por interpretar una obra de García Lorca, obras de teatro vetadas, cuadros que se retiran de Arco.

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Es muy posible que no se esté de acuerdo con el contenido de las letras de las canciones, con la obra de arte expuesta, pero es que en democracia, en una verdadera democracia, la libertad de expresión es, debe ser, sagrada.

Hoy día, por un comentario, una canción, que hace años podía pasar desapercibida, hoy puedes acabar en la Audiencia Nacional, acusado de terrorismo. Cuando el terrorismo, afortunadamente ha desaparecido de nuestras vidas, cuando el peligro de caer asesinado por una banda terrorista ya no existe, se multiplican las condenas por terrorismo, buscando lo que parece ser, de nuevo, el pensamiento único.

Parece terrible que te puedan encarcelar por el pensamiento, pero lo que es más terrible es la autorrepresión que se está produciendo en el mundo del arte y la comunicación. ¿Cuántas obras están dejando de producirse?

Me parece sumamente peligroso la deriva que está tomando nuestra sociedad, en la cual parece que lo único permitido es lo que se considera políticamente correcto. ¿Correcto, para quien? Estamos caminando directamente hacia una dictadura encubierta, o no tan encubierta, donde lo que no se permite es la crítica, y lo que parece más terrible es la libertad de pensamiento ¡Cuidado!