Lujuria y avaricia, los pecados de Fray Jordán

Fig. 2

El oratorio de Fray Jordán, erigido por el fraile dominico como expiación de sus pecados, se situaba en el muro norte del claustro de procesiones del convento, justo al lado de la actual portada de acceso al refectorio. Dicho oratorio, que en la actualidad se encuentra en el cortijo de las Quinientas, estaba destinado a ser el lugar en el que reposaran sus cenizas, además de servir como lugar de oración y arrepentimiento de sus pecados.

El origen del pecado, a nivel de la humanidad, está en el pecado cometido por Adán y Eva, a partir del cual, los humanos, originalmente semejantes a Dios, pierden la inocencia original, siendo presa de las tentaciones de Satanás.

El ser humano, inconsciente de su debilidad, se comporta de una manera irreflexiva y alocada en sus primeros años, simbolizado por el niño que porta en sus manos el molinete o rehilete, movido por el viento. Consciente de su debilidad, el pequeño se dirige hacia el interior de la iglesia, buscando la protección de ésta. Al otro lado de la puerta, y caminando en dirección opuesta, están los réprobos, caracterizados por el cuello torcido, portando en sus manos la antorcha de la lujuria.

Fig. 4

El friso que centra la puerta está compuesto por dos relieves, que flanqueando la figura del combate de San Jorge y el dragón, simboliza la psicomachia o lucha entre el Bien y el Mal. A la derecha del santo caballero, un buitre, símbolo de Cristo, desenmascara a una figura de delgados y afilados rasgos, personificación de la Avaricia, que se cubre con una máscara de rostro compungido y apenados, por el cual se intenta mostrar la falsa piedad, el ascetismo, que no es otra cosa que el ansia desmedida de bienes, tratando de atesorarlos todos. El cuerpo de la Avaricia, que se prolonga desmesuradamente en forma de serpiente, finaliza en la cabeza de un caballo, por medio del cual se simbolizan las pasiones humanas.

Fig. 5

Al otro lado, el buitre se representa atacando la figura de un hombre, en un intento de evocar la escena de Ticio, el cual, al intentar violar a la diosa Juno, es condenado a ser despedazado eternamente por un buitre, en castigo por su lujuria. En el cuerpo de ambas alegorías, sendas cartelas nos muestran la fecha de construcción del oratorio 1541 AÑOS, mediante las cuales se hace mención al acto de desagravio y arrepentimiento de Fray Jordán por sus pecados reconocidos.

Fig. 6

Este arrepentimiento no hubiera sido posible sin la ayuda de la Madre de Dios, intercesora necesaria para conseguir la ayuda de Dios, la cual se encuentra entre los símbolos alusivos a la orden dominica, a la que pertenece Fray Jordán.

es interesante comprobar el balaustre izquierdo del templete en que se aloja la Virgen, una de cuyas máscaras carece de uno de los ojos, transcripción del pasaje del evangelio de san Mateo: Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo. Mas vale perder un miembro que tu alma.

Lo realmente extraño es el abandono del oratorio, cuando ya se encontraba prácticamente construido, por el anuncio de otro terreno concedido en la claustra vieja, más beneficioso económicamente para él, lo que viene a demostrar la poca sinceridad del arrepentimiento del fraile, que aún, y a pesar de todo, se olvidó de que era polvo y en polvo se había de convertir.

Et in terram reverteris

fig 1

El que fuera fraile en el convento de Santo Domingo de Jerez, Fray Jordán, hombre de gran riqueza, a pesar de profesar en una orden mendicante, adquiere en dicho convento, en la galería norte, junto a la actual puerta de entrada al refectorio, un pequeño espacio para la construcción de un oratorio, que al mismo tiempo habría de acoger sus cenizas tras el fallecimiento. Dicho oratorio, que se encarga al maestro portugués Francisco Álvarez, se realiza en 1541. Tras la desamortización, y después de un tiempo, el claustro de las procesiones, junto con otras dependencias, queda en posesión de la familia González, que lo destina a diferentes usos. Es probablemente en torno a 1902 cuando la portada de dicho oratorio es desmontada y vendida, hallándose en la actualidad en la finca, cercana a Jerez, de «Las Quinientas», donde se reubicó como portada de acceso a la capilla.

La portada, realizada en el estilo renacentista propio del momento de su construcción, desarrolla un complejo programa iconográfico, (que analizaremos en sucesivas entradas) en el que, basándose en Prudencio, analiza cual es origen del pecado, y sobre todo, cuales son los pecados de los que se arrepiente, a la hora de su muerte, que ya considera cercana, pidiendo perdón para, con la ayuda de Dios, poder entrar en el reino de los justos.

fig. 3

El origen del pecado, como no podía ser de otra manera, tiene su origen en Adán y Eva, sobre todo en esta última, ya que tras el pecado de desobediencia, el ser humano, en todo semejante a Dios en el momento de su creación, pierde la virtud innata y se convierte en un instrumento del diablo, que lo incita a pecar.

Dos son los pecados que confiesa Fray Jordán: la avaricia y la lujuria, de los cuales se arrepiente, según muestra en el programa iconográfico. Sin embargo, no parece muy sincero el arrepentimiento del fraile, ya que sin haber finalizado la obra del oratorio, al comunicarle que le ceden otro terreno en la claustra vieja, bajo el patrocinio de San Juan de Letrán, con los beneficios económicos que esto acarrea, abandona el oratorio buscando el nuevo emplazamiento.

Fig. 8

No parece que Fray Jordán pudiera hacer uso del uno ni del otro, aunque la cartela indique que es allí donde reposan sus huesos: HIC REQUIES MEA. El oratorio hubo de ser vendido, y fue otro el que reposó allí. De todas maneras, sea quien sea el destinatario de esta capilla que había de servir para el reposo eterno de las cenizas, es un claro llamamiento a recordar que el fin último es volver a la tierra a la que pertenecemos.

ET IN TERRAM REVERTERIS